"Lealtad" es la primera obra de la autora italiana Letizia Pezzali, traducida a castellano y publicada por Alfaguara. Hoy os traigo mis reflexiones sobre este título.
Giulia trabaja en Londres en el mundo de las finanzas. Podríamos definirla como una mujer calculadora, eficiente y estricta en lo laboral, mientras que el resto de facetas de su vida están dirigidas por el caos. Años atrás tuvo una relación sentimental con Michele, un hombre casado, bastantes años mayor que ella. Aquella historia que tanto le obsesionó hubo de terminar y ahora, vuelven a reencontrarse . Pezzali nos hace un análisis exhaustivo viajando a saltos al pasado y extrayendo el néctar de lo que fue su relación y los motivos que hicieron que no funcionara. ¿Qué sucederá ahora que se ha reencontrado con este antiguo amor? ¿Es cierto aquello de que donde hubo fuego siempre quedarán cenizas?
Hallarse inmerso en una relación es como ser al mismo tiempo prisionero y guardián. En calidad de prisioneros, tenemos dos posibilidades. La primera es volvernos locos, gritar, intentar escapar y condenarnos a acabar mal. La segunda es tratar de entender qué se nos está pidiendo, qué se pretende de nosotros, siempre que se pretenda algo.
Desde que Giulia dejara su Italia natal, apenas se relaciona con nadie. El único vínculo afectivo que parece tener es Seamus, un compañero de trabajo de la city, con quien tiene una confianza especial, la única persona con quien puede ser ella misma, y ojo, porque que aunque este personaje parece mantenerse en un segundo plano, tiene un peso muy importante también en la novela.
No quiero desvelar mucho más de este libro, que sin un ritmo narrativo frenético, y a pesar de su sencillez en la trama y de su lenguaje fluido, resulta entretenido. El planteamiento es reflexivo, ya que se expone de forma clara un balance de la relación personal entre Giulia y Seamus, que bien podría aplicarse en realidad a cualquier relación; y de la relación con Michele, donde la lealtad en muchos casos termina por convertirse en adicción, en obsesión, siendo lo más remarcable que hay que ser leal y fiel, pero con uno mismo.
La lealtad a veces muestra las nervaduras del apego y de la excesiva devoción.
En resumen, un libro que aunque no defrauda tampoco entusiasma, y donde lo más reseñable es el perfil obstinado y persuasivo de la protagonista principal, característica que dejando al margen, únicamente nos dejaría a alguien un tanto anodino, del que poder aprender.
Nadie nos hace enfurecer tanto como las personas que amamos. Pensé que abandonarse al dolor, especialmente al dolor sin sentido, deja cicatrices incluso a años vista. Entrenarse para soportar el dolor, en cambio, fortalece. En este caso la experiencia deja una especie de tejido muscular, pero es una traza efímera; si nos detenemos, los músculos desaparecen.