"Parece imposible salir, dice. Y también: Pero saldremos." Así comienza esta novela de Iván Repila , " El niño que robó...
"Parece imposible salir, dice. Y también: Pero saldremos."
Así comienza esta novela de Iván Repila, "El niño que robó el caballo de Atila", editado inicialmente por Libros del Silencio en 2013, y reeditado cuatro años después por Seix Barral.
Antes de comenzar con mis impresiones sobre el libro, os diré que mi primera inmersión en la pluma de Repila fue con "Una comedia canalla", un homenaje al humor y a la diversión. Hace justo un año me presentaron a Iván en la Feria del libro de Bilbao, y de verdad que es simpático este chico... y guapo (que si no lo digo, mi amigo Sergio me regaña). Ahí firmaba "Prólogo para una guerra" y mi amiga me lo regaló dedicado por él. En resumidas cuentas, un lujazo. Y es que para mí la conexión con el escritor-persona es importante, ya que se puede transmitir con palabras pero no con gestos y miradas y esto, sin querer, resta algo a esa relación autor-lector. Como decía, no es el caso de Repila, al contrario. Es un escritor que me encanta y una persona que me transmitió mucho en esos pocos minutos con él.
Ahora sí, os hablo de "El niño que robó el caballo de Atila". ¡Comenzamos! Dos hermanos, presentados como El Grande y El Pequeño son los dos protagonistas casi únicos de la historia. El autor no se pierde en detalles como en los nombre propios de ambos, sino que va directo y sin rodeos a ponernos en escena, a descifrar el mensaje. Están atrapados en un pozo. Nadie les oye, no son capaces de salir y como colofón, tienen una bolsa de comida que no pueden o no deben tocar, porque es para su madre.
Convivir con la angustia de saberse sumidos en la profundidad del pozo, intentando reprimir el instinto animal, el de la supervivencia, la sed y el hambre voraz, habiendo alimento en una bolsa, al alcance de sus manos y a su vez, tener que luchar al mismo tiempo con la conciencia, con el temor a decepcionar a su propia madre, es realmente asfixiante. No tendamos a verlo como algo distópico, ya que la novela no busca que reflexionemos sobre qué sería lo correcto o qué no, o en cómo habríamos actuado nosotros de vernos en esa situación; busca y consigue trasladar al lector la desesperación y la claustrofobia reinante entre esas paredes. De manera que según vayan sucediendo los días sin salida, con sus correspondientes intentos y fracasos, la empatía por ambos hermanos aflora y ya no se desprende en ninguna de sus páginas. ¿Dónde está el límite de la desesperación por sobrevivir? ¿Hasta dónde es capaz de soportar una mente humana esa situación? Cuán cerca está el delirio cuando se va a contrarreloj.... y la única empresa es SALIR. VIVO. VIVOS. Y especialmente cuando el vínculo que te une con tu compañero es el de la fraternidad; porque entre hermanos, hay amor, hay dedicación, hay cariño, hay respeto, hay protección, hay... tanto...
" Es la idea de que mueras tú lo que hace tan pequeño el mundo."
El libro abarca en algo más de cien páginas una crudeza ascendente, genera tensión y se lee en constante sensación de alarma. Y diría que es lo mejor del libro, pero no. Esa potestad se la dejamos al final. ¡Qué final! Brutal, inesperado, un giro narrativo de 360 grados, magistral, conciso, decidido y que te deja con la boca abierta y con el estómago dolorido del mazazo.
No quiero desvelar nada más; podría estar horas hablando de esta novela, de la que creo es palpable mi entusiasmo. Añadiré más, es uno de los mejores libros que he tenido el placer de leer, que en ocasiones recuerdo y no puedo dejar de recomendar. Creo que la he imaginado de una manera tan nítida, que se merece una adaptación a película, a serie..... De verdad, leedla, devoradla, no perdáis la oportunidad de sufrir con este argumento breve encajado en un libro muy grande.
"Matar, el acto de matar, la fuerza de las manos sobre el cuello o el lugar exacto donde hundir la cuchilla, eso no se enseña, porque ya se sabe. Armas blancas, armas de fuego, palos o piedras, tanto da. Pero recuerda que los hombres debemos contemplar cómo se apagar el brillo de unos ojos, vivir de cerca el crimen. Matamos en segundos porque no sabemos matar de otra manera. Somos directos, impacientes."
P.D.: Este año la tristeza se ha apoderado de mí porque Repila no aparece en el cartel de la Feria del Libro de Bilbao (Bilboko Liburu Azoka), así que me quedo con las ganas de que me dedique también este título. Snif, snif.
P.D.2: Hay una cita en alusión al caballo de Atila, que no comparto porque se perdería la magia de la unión entre el título y el texto. Es una de las mejores del libro.