GANADOR SORTEO V ANIVERSARIO Blog BUSCANDO MI EQUILIBRIO
- octubre 16, 2020
- By buscandomiequilibrio
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Creo que me he tomado el verano más largo de la historia, pero no había olvidado que terminó el SORTEO V ANIVERSARIO aquí, en BUSCANDO MI EQUILIBRIO y todavía no habíamos descubierto quién era el ganador.
Así que sin más dilación, estos tres ejemplares se van para........
¡¡¡ MARGARI !!!
Margari, envíame tus datos a contacto@buscandomiequilibrio.com para que te haga llegar el premio.
Muchas gracias a los que habéis participado.
Han pasado cuarenta años y ya he aprendido. Mamá, ahora ya sé cómo llenar el vacío de aquellos lo siento, hija que nunca te dignaste a pronunciar y así es como empieza tu historia, con un final.
La niña Raquel había aprendido que el mar, como la vida, a veces nos trata a empujones.
Necesito frotarme los recuerdos con un bálsamo que me preserve del dolor.
Dicen que al acercarte al final de la vida pierdes la perspectiva del futuro; de ese modo, la incertidumbre provocada por ese vacío existencial hace que el pasado regrese para apropiarse del presente hasta confundirse con él. Yo que siempre había vivido anclado en el ahora, a pesar de que en ocasiones fuera oscuro, lacerante y desolador, me sentía amenazado por una fuerza desconocida que me urgía, sin sentido ni razón, a desenterrar unos hechos sepultados en las mazmorras de mi cerebro y que por nada ni nadie me hubiera gustado recuperar.
Regresar al pasado sabiendo que no puedes cambiar nada de lo que has hecho es un enorme sacrificio.
- Las cosas del mundo aún no lo han corrompido del todo. Deja que se haga un poco mayor y ya no sentirá asco ni llorará.
- ¿Llorar por qué, señor Raymond?
- Llorar por el infierno puro y duro en que unas personas hunden a otras.... sin detenerse a pensarlo siquiera. Llorar por el infierno en que los hombres blancos hunden a los de color, sin pensar que también son personas.
Aunque no había sido mi intención aprender a leer, lo cierto era que sabía hacerlo desde siempre, como atarme los cordones de los zapatos. No conseguía recordar el momento en que las líneas que Atticus reseguía con el dedo se conviertieron en palabras; sólo sabía que las veía siempre que, por las noches, trepaba al regazo de Atticus mientras éste escuchaba el informativo... Hasta que temí perderlo, jamás me cautivó el leer. A uno no le cautiva el respirar.
Hay una clase de hombres a los que conviene pegarles un tiro antes de darles los buenos días. Y aun así no valen el precio de la bala.